viernes, 13 de febrero de 2009

Todo bajo control


Juan Kruz Lakasta

A
cuenta de la riada, la consejera de Obras Públicas, Transportes y Comunicaciones, Laura Alba, compareció ayer a media mañana ante los medios de comunicación para transmitir un mensaje tranquilizador: "Todo esta bajo control". Me pareció correcto el 75% de la frase. Sólo hubiese cambiado una de las cuatro palabras. Donde ella dijo "control" yo hubiese dicho "agua", ya que donde yo me encontraba, en la Rochapea, a esas horas todo estaba bajo el agua. En la calle Isaba, un padre en zapatillas de andar por casa salía de su edificio -donde no tenía ni gas, ni luz, ni teléfono- en busca de un bar en el que calentar el biberón de su hijo. En la calle Bernardino Tirapu, un vecino se agachaba para observar estupefacto por la rampa de un garaje inundado cómo su coche flotaba junto a otros muchos. En la calle Juslarrotxa, un conductor impaciente tocaba insistentemente la bocina en medio del atasco formado por las grúas que retiraban automóviles del aparcamiento de Corralillos. En la calle Río Arga, dos polícías municipales cortaban el tráfico. En la rotonda del puente del Vergel, un crío con katiuskas amarillas se metía sonriente en un enorme charco mientras su madre le gritaba que no lo hiciera. Mucha agua y poco control. Los vecinos se quejaban de que nadie les había avisado de nada. La verdad es que las autoridades habían activado la alarma por riadas. Pero el caos dejaba claro que ni ellos mismos le habían hecho caso. Si no, es de suponer que habrían retirado los coches de los aparcamientos y garajes de víspera. Habrían cortado las calles antes. Son como el pastor de la fábula. Para cubrirse las espaldas, al menor indicio de peligro gritan que viene el lobo y cuando viene de verdad nadie les escucha. Están siempre con la alerta naranja, roja, gris marengo activadas y acaban teniendo la credibilidad de un árbol de navidad. Coincidí en el bar con el padre en zapatillas de casa. Mientras calentaban su biberón, comentó que era una faena que el río se hubiese salido de su cauce. Un señor de edad avanzada que cultiva una pequeña huerta en Arantzadi le respondió que se equivocaba: "El Arga no se ha salido de su cauce. El agua llega hasta donde hoy de vez en cuando. Ese también es su cauce. Los que nos hemos metido en su cauce somos nosotros". Pues eso.

Publicado en Diario de Noticias el 13 de febrero de 2009

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