Jorge Nagore
Tengo un amigo con una profesión liberal. Es asaltador de caminos. En concreto, trabaja como gestor de riesgos en una entidad bancaria que hace chaflán entre tres calles que cuando había bandoleros eran caminos de trashumancia. Antes por allí pasaban los ovejas camino al matadero y ahora pasan los clientes. Mi amigo es buena gente. O eso dice. Asegura que son órdenes de arriba. Hace nada le negó una ampliación del plazo de un préstamo a una empresa que no ha fallado ni un mes en sus pagos desde hace décadas. Como ampliar el plazo supone rebajar la cuota, se vio obligado -eso dice- a pedirles un aval más y no se cuantas cosas que antes no se pedían.
Me cuenta mi amigo que la empresa le mandó a tomar por culo. Brindo por la empresa, bienvenida al mundo real. Mi amigo gana 60.000 euros al año. Vive en lo que era casa de sus padres, que tienen un chalete en las afueras. Está soltero. La casa de sus padres tiene 22 años y 140 metros. Cree que el suelo del baño y de la cocina están viejos y que lo mismo les pasa a algunas puertas. Ayer leyó que el Gobierno de Navarra va a subvencionar un 20% sin límite de renta y con un tope de 3.000 euros esta clase de arreglos, para impulsar, según el Gobierno, a los gremios que se dedican a esto. Le digo a mi amigo que me parece muy bien que se impulse a los gremios, pero que los 3.000 euros por Jeep que se van a gastar en las rentas altas bien se podrían gastar en ayudar más a los de las rentas bajas.
Mi amigo me contesta que claro que ese es el sistema que no insulta y más beneficia a los de menos ingresos, pero que de ese modo habría menor cantidad de obras globales y por tanto menos ganancia para los gremios. Le contesto que lo dudo. Me cuenta que él con los 3.000 euros de ayuda se irá a los Alpes, a seguir corriendo riesgos.
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