jueves, 26 de febrero de 2009

Fotografías


Juan Kruz Lakasta

guarda mi padre con orgullo una preciosa fotografía, publicada en su día por la prensa local, en la que aparece corriendo solo, en las mismísimas astas de un toro, a la altura de la plaza del Ayuntamiento. Comencé a correr el encierro a los 15 años intentando emular esa foto. Nunca lo conseguí. El encierro era mucho más tumultuoso. Y yo, mucho peor corredor. Aun así, también guardo con orgullo una foto mía publicada en su día por la prensa local y tomada en la misma plaza consistorial. En ella aparezco componiendo, como mandan los cánones de la desobediencia civil no violenta, una perfecta postura fetal sobre los adoquines de la plaza, sin caer en la tentación de levantarme y salir corriendo, a pesar de hallarme en la mismísima testuz de un morlaco de 120 kilos y porra enhiesta, miembro de la bravía ganadería del delegado del Gobierno Francisco Javier Ansuátegui, dispuesto a calentarme el costillar. Es de hace 14 años, del 23 de febrero de 1995, fecha en la que forcé mi detención y encarcelamiento junto con otros siete compañeros insumisos. La insumisión cumple 20 años. El otro día, el amigo Kirmen Uribe decía en Radio Euskadi que se siente realmente orgulloso de muy pocas cosas, y una de ellas es haber sido insumiso, ya que tiene la sensación de que con ello colaboró en que este mundo sea un poco mejor. Siento lo mismo. Estoy francamente orgulloso de haber pasado un año preso por insumiso. De haber colaborado en la derogación del servicio militar obligatorio. De haber denunciado los abusos del sistema carcelario. De haberme sentido libre entre rejas. De haber utilizado el consenso como método de decisión entre gentes de diferente color político. De que ésta nuestra Comunidad Foral de identidad propia y antimilitarista fuera la de más insumisos, presos y movilizaciones. Por todo ello, creo que la insumisión es un ejemplo a emular. Pero no se me escapa que, como el encierro, la desobediencia civil no violenta es hoy más difícil que hace dos décadas. Quienes la practican sufren castigos más duros. Y quienes en teoría estamos de su parte ofrecemos apoyos más laxos. La fotografía que el 26 de marzo se podrá captar en la Audiencia Provincial resulta esclarecedora: juzgan a 12 personas por realizar una protesta en favor de la ocupación. Dos se encadenaron a un bidón. Diez realizaron una sentada pacífica. El fiscal, basado en los informes de la Policía Municipal, pide dos años y medio de cárcel para cada una de ellas. Estos mandatarios regionalistas, pacifistas donde los haya, si pillan a Gandhi le meten la perpetua.

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