domingo, 1 de febrero de 2009

Excelentes Idiotas Emocionales (E+I+E)


Fede de los Ríos

Poseo dos cafeteras de tipo italiano. Una pequeña para uso diario y la otra, mayor, para las visitas. A pesar de ser de marca diferente, ambas poseen la virtualidad de dificultar, con estrategias diferentes, el vertido de lo contenido sobre los recipientes que denominaremos, genéricamente, tazas. La mayor, una vez retirada del fuego, después de oído el sonido característico que anuncia la ascensión del contenido del depósito inferior al superior por la acción del calor, viene el intento de depositar el brebaje en las ya citadas tazas para uso y disfrute de mis amistades. Asunto particularmente jodido. La mínima inclinación produce un hábil escurrimiento del preciado líquido que, iniciándose en esa especie de doblez hacia el exterior con forma de pico, continúa por los dos depósitos para acabar sobre el mantel a escasamente dos centímetros del platillo que soporta la taza, al tiempo que provoca en el usuario la extraña expresión ¡mierda puta! En un segundo intento, aprendiendo del error (somos humanos, seres inteligentes), la cafetera es inclinada un poquito más adelante de la perpendicularidad de la taza, resultando que el líquido mermado ya por el primer intento infructuoso, es depositado al otro lado de la taza con expresión más elaborada ¡hostia ya, copón bendito! Después de analizar el fenómeno paranormal, uno descubre que la tapa de la cafetera resulta ser un obstáculo insalvable para el correcto vertido.

Intentando acordarse, con visitas posteriores, de levantar la tapa con los dedos pulgar y corazón de la mano izquierda, al tiempo que con la derecha inclinamos la cafetera. Ni que decir tiene que la mano siniestra sufre el ataque inmisericorde y abrasivo de los vaporosos efluvios surgidos de la italiana.

Mi cafetera pequeña es algo diferente en cuanto a su constitución. Su tapa no se encuentra unida al cuerpo por bisagra alguna. Ello hace, sobre todo en las mañanas, que a la mínima inclinación, como poseedora de un invisible resorte, abandone el resto de su cuerpo y con puntería propia de Guillermo Tell americe en el centro de la taza, ahora más rebosante, dando la bienvenida matinal que anuncia un nuevo día.

Aunque de marca desigual, poseen ambas dos el sello AENOR que certifica haber sido producidas por empresas que apuestan por la mejora constante de la calidad y competitividad mediante el establecimiento de normas aceptadas por todos los miembros y basadas en la experiencia.

La famosa Calidad Total que unida a la Innovación, al Liderazgo, a la búsqueda del Talento y aderezado todo ello con Inteligencia Emocional nos llevará a la Excelencia. Y no sólo en cafeteras, no, también en Educación. Ahora será a la Boloñesa: nosotros pondremos la carne (¡es necesario implicarse! gritan los nuevos gurús del liberalismo), ellos se encargarán de cocinarnos en su salsa de tomate. Todos somos la empresa, la Educación debe estar a su servicio. Menos filósofos y más ingenieros, como en EEUU, todos talentosos, inteligentes y emocionales como sus líderes.

Alienados y contentos nos quieren esos cabrones.

Publicado en Gara el 1 de febrero de 2009


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