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¿Cómo es posible que mientras los dos principales bancos del Estado español obtienen enormes y desproporcionados beneficios económicos, en un año negro para la economía mundial, 1.280.300 de ciudadanos han perdido su empleo durante el año 2008, un 66,4% más respecto a 2007 y otros 10 millones de trabajadores ganan menos de 14.000 euros al año? ¿Cómo es posible que algunos a este sistema económico le llamen democrático y del bienestar?
¿Cómo es posible que durante el primer año de la peor crisis económica que hemos vivido desde la II Guerra Mundial algunos sigan haciendo enormes negocios especulativos y financieros, también en tiempos de crisis, mientras las deudas con respecto a los ingresos en las familias es el doble que las del año 2004 y el impago de hipotecas para el año 2009 se multiplicará por quince?
¿Cómo es posible que la principal medida de nuestros dirigentes políticos, en este enorme desastre humano, sea inyectar a la banca 100.000 millones de euros de las arcas públicas del Estado pagados religiosamente por todos los ciudadanos, a los mismos que ahora declaran estos inmorales beneficios, mientras el trabajador medio entre el año 1995 y el 2005 ha perdido un 4% de su poder adquisitivo y ya 827.000 familias están sin ningún tipo de trabajo, un 87% más respecto al año 2007? ¿Cómo es posible que esos mismos dirigentes políticos nos pidan moderación salarial o reducir los salarios, compartir la crisis y más competitividad?
Pienso que ya es hora de sacar conclusiones de tanto desastre especulativo y mal hacer de la banca, es hora de que el Estado, en sus diferentes formas institucionales y en representación de la ciudadanía, articule medidas estrictas y urgentes a favor de la mayoría de la sociedad. Algunas parece que sólo son de sentido común:
1) Poner fin a los paraísos fiscales. Paraísos fiscales que sólo sirven para ocultar el dinero negro de la economía especulativa y del patrimonio fraudulento de negocios oscuros y corruptos, que huyen del pago de impuestos y de la acción de la justicia para evitar responsabilidades, incluidos los de las mafias del narcotráfico, la venta ilegal de armas y de las redes internacionales de prostitución.
2) Prohibir los chiringuitos financieros. Mediante la intervención del Estado ejercida a través de un mayor control y fiscalización directa de las cuentas e inversiones financieras de las entidades bancarias al efecto de poner fin a una especulación que nunca favorece a la mayoría de la sociedad sino a unos pocos que luego siempre quedan impunes.
3) Endurecimiento de las penas por delitos económicos. Endureciendo sensiblemente las penas para los responsables, directivos y altos ejecutivos de la banca y entidades financieras que con su actuación delictiva perjudican la solvencia, garantía y estabilidad de los depósitos de la ciudadanía.
4) Recuperar la banca pública. El Estado debe recuperar y apostar por una banca pública potente, deshaciendo el camino hecho por la presión de los grandes bancos para eludir la competencia, la posible acción de equilibrio de la banca pública en la economía social, que un día desmantelaron y que ahora estamos pagando muy caro.
5) Implantación de un nuevo modelo de intermediación bancaria. A través de una banca pública al servicio de las necesidades de la sociedad, recuperando el espíritu originario de las cajas de ahorro, articulando un nuevo tipo de intermediación bancaria al servicio de la creación de riqueza y de actividad productiva.
La banca tradicional ha perdido su valor de intervenir a favor de la economía real, de facilitar liquidez a las pequeñas empresas, autónomos y consumidores, el Estado y sus dirigentes políticos no pueden limitarse a seguir tapando los agujeros y desaguisados de la banca, que en días de juerga y ruleta rusa jugaron con el dinero de todos, y después de recibir ayudas y financiación que no llega a la sociedad, ahora declaran beneficios multimillonarios.
Es hora de que el Estado y sus dirigentes políticos, incluida la socialdemocracia europea, renuncien a las políticas monetaristas del neoliberalismo, que pongan límites y freno al mito libre mercado y a la no intervención del Estado, que sólo favorecen a los que más tienen.
Es hora de que el Estado y sus dirigentes políticos apuesten por la acción directa en la economía real a través de la banca pública, es hora de que apuesten por un fuerte endeudamiento público para promover y financiar directamente la compra de viviendas de protección oficial, para invertir en I+D+i, para crear nuevos puestos de trabajo y garantizar el mantenimiento de los existentes, para mejorar los servicios públicos y las prestaciones sociales, para fomentar proyectos de economía comunitaria, responsable, social y sostenible que generen incrementos reales del poder adquisitivo de los salarios, es hora de que apuesten definitivamente por poner límite a la avaricia de un sistema capitalista para que de una vez por todas no paguemos sus eternas y constantes crisis, incluso en tiempo de crisis.
Publicado en Diario de Noticias el 4 de febrero de 2009
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