Aingeru Epaltza
l Gobierno de Navarra y los partidos que lo sustentan han hecho de la inalterabilidad de la Ley del Vascuence una trinchera y una razón de Estado. En la interpretación que hacen de este texto de hace más de 20 años, mover una coma del mismo podría acarrear un cataclismo tal que el mismo futuro de Navarra como comunidad autónoma uniprovincial quedaría afectado. En la realidad, se pasan por el arco del triunfo esa ley tan celebrada en lo que pueda tener de fomento del idioma. Leemos en su artículo 27: "Las Administraciones Públicas promoverán la progresiva presencia del vascuence en los medios de comunicación social públicos y privados. A tal fin, el Gobierno de Navarra elaborará planes de apoyo económico y material…". En los presupuestos de 2009 esta previsión legal está cubierta con una partida que asciende a la friolera de 9.500 euros a repartir entre cerca de una veintena de medios de comunicación escritos y audiovisuales. La más rácana replantación de chopos del último de los sotos riberos está mejor dotada económicamente. Esta alucinante realidad no evitó que el consejero de Educación, Carlos Pérez-Nievas (CDN) afirmara el otro día en el Parlamento que "el Gobierno de Navarra no está para garantizar la viabilidad de los medios de comunicación". Lo dijo el representante de una administración que, publicidad institucional aparte, reparte todos los años un millón de euros (1.000.000) por barba a tres canales de televisión en castellano, alguno de los cuales con audiencia no superior a la de una radio libre de barrio. El régimen vigente de subvenciones lo que garantiza es precisamente la inviabilidad de los medios euskaldunes. Probablemente es de eso de lo que se trata. Pérez-Nievas acabará como ese viejo político navarro, jubilado muy a su pesar, de quien cuentan las crónicas que sólo se ponía rojo cuando decía la verdad.
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