viernes, 6 de marzo de 2009

El PSE, hacia la deriva madrileña


Juan José Dominguez

Hasta ahora conocía las intenciones y las filias políticas de Madrid y sus medios de comunicación con la cuestión vasca . Empero, las ganas de mentir con el fin de desprestigiar a Nafarroa Bai y su contribución espuria para echar al PNV del Gobierno vasco se basan en el puro odio. Por ejemplo, aún suena en mis oídos las andanadas de Antonio Elorza enCuatro , en julio de 2007, asegurando sin rubor que la coalición que encabeza Uxue Barkos era un partido anti sistema. Palabra de Dios contra la segunda fuerza política de Navarra. Pero el esperpento mediático alcanzó el climax el pasado 2 de marzo en Los desayunos de TVE cuando Victoria Prego, al finalizar el programa, cerraba los puños y aplaudía histriónicamente como celebrando ya los hemos echado , ante la atónita cara de Surio. Pues bien: Antonio Elorza puede falsear la realidad descaradamente y aparecer como un baldado intelectual, o que la redactora de El Mundo goce de un orgasmo político en un directo. Allá ellos y sus ensoñaciones. Son muy libres de creerse sus propias trampas. Pero la nómina de los tertulianos madrileños no puede condicionar la voluntad de los vascos: 57% de votos nacionalistas frente a un 43% de electores del PSE, PP y UPyD.

Los resultados son muy claros. Y la representación parlamentaria también: la galaxia oficial frente a la Euskadi real. La convivencia ciudadana y la gestión de las instituciones en la CAV ya no están sólo bajo la amenaza de ETA, sino, también, por la ambición desmedida del PSE. No lo digo yo, lo han dicho las urnas. Apelar a un cambio de Gobierno sirve para la campaña electoral, pero para gobernar se necesita, ahora más que nunca, un bloque compacto que sume el sentir de toda la sociedad, no el de la mayoría virtual maquillada o, si se quiere, el de la minoría frentista con un PP deseoso de, cuanto peor, mejor.

Quienes se escudan en la necesidad de oxigenar Euskadi con la excusa de que el PNV lleva casi tres décadas al frente del Gobierno vasco carecen de argumentos: si Ibarretxe ha ganado de nuevo es porque así lo han querido los electores. Y si la suma de votos se inclina del lado nacionalista, pues lo mismo. La democracia es así. Pero todavía hay un dato valioso que resta crédito a los dirigentes socialistas: la mayoría de sus votantes quieren un pacto con el PNV, no con el PP. Sólo la irresponsabilidad dará lugar a un gobierno que no agrupe la voluntad central de la ciudadanía. Tal vez los asesores de Patxi López deberían fijarse más en los deseos de los vascos y no en las poltronas de barro, pues el peso de la responsabilidad convertirá en arena los escaños de la Cámara vasca.

La estabilidad de la CAV corre peligro. En todos los ámbitos. Por una razón tan sencilla como peligrosa: con Patxi de lehendakari apoyado por la derecha española podemos retroceder 20 años y generar una crispación que Euskadi no se merece. El Gobierno vasco no es una tómbola. Es algo más serio.

Es cuestión de sentido común. ¿Acaso el PSE no ha aprendido a qué condujo la estrategia de Redondo y Oreja? Pues sencillamente a la confrontación civil. Por un lado ETA asesinando a seres humanos y, por el otro, el PP practicando una política miserable y rastrera. Y, en medio, la mayoría de vascos que anhelaban vivir en paz y trabajar. La última década nos ha demostrado que la sociedad vasca desprecia la política de bloques; sólo desea estabilidad y que, en estos momentos, se gestionen los recursos económicos para combatir la crisis. Pero no con el PP. Euskadi es plural: en las pasadas elecciones generales Zapatero barrió, entre otras razones, porque se manifestó un voto útil contra el PP; sin embargo, ahora ha barrido Ibarretxe. ¿Al PSE le ciega tanto el poder como para no palpar qué desea la sociedad? ¿Por qué no salen a la calle y pregunta a sus simpatizantes qué prefieren?

Si Patxi López es lehendakari con los apoyos del PP y UPyD, volverán los tiempos de la crispación total y abrirá tal cantidad de frentes que llevarán a la ruina política a Euskadi. Para empezar, los empresarios quieren un gobierno fuerte y no unas instituciones sujetas a vaivenes y crisis de carácter político. Sobre todo hoy día, con una economía inestable a escala mundial, y que ya afecta a la CAV con un aumento del paro que asusta. Aquí hace falta consenso y no una sociedad enfrentada. ¿De verdad se cree Patxi López que podrá gestionar los problemas laborales cuando se va a topar con una mayoría sindical que le plantará cara desde el primer día?

Por otra parte, por mucho que quiera gobernar en minoría, incluso con buena voluntad en materia educativa o en relación con el euskera, siempre notará el aguijón del anti vasquismo del nacionalismo español que encarnan el PP y UPyD, cuyos programas electorales no lo niegan. Mal asunto. Y peligroso. Y quizás el principal inconveniente al que se va a tener que enfrentar estriba en que Patxi, como lehendakari en estas condiciones, provoca un rechazo abrumador. No solamente por parte de los nacionalistas, sino por buena parte de los votantes socialistas y de EB.

Uno se puede equivocar, pero el futuro que se percibe es negro. Y la primera sorpresa puede llegar en las elecciones europeas. El batacazo electoral que se puede llevar el PSE los situarán en los tiempos de Redondo, o peor aún. Y aunque la participación baja considerablemente respecto al resto de los demás comicios, resulta creíble que la sociedad vasca manifieste un voto masivo de rechazo contra un gobierno que cumplirá todos los requisitos legales y artificiales, pero, desde luego, carece de toda legitimidad democrática. Y Elorza, Prego y todos los que cobran por mentir contra la voluntad mayoritaria de los vascos, pueden decir misa en Madrid. Pero la respuesta democrática, aquí, será de aúpa.

Publicado en Diario de Noticias el 6 de marzo de 2009

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