viernes, 10 de abril de 2009

Pozo de sabiduría


Juan Kruz Lakasta

Sostiene Javier Ortiz que en el periodismo vivimos una auténtica plaga de fuentes de información anónimas. Que entre los periodistas políticos cada vez abundan más quienes emplean imaginarias fuentes no identificadas para dar apariencia de información verídica a lo que es mera opinión, simple defensa de sus propios intereses. Que resultan infumables los numerosos artículos de presunta información basados única y exclusivamente en vagas fórmulas del estilo de "fuentes del Gobierno", "fuentes de la investigación" o "fuentes de la Fiscalía". Estoy plenamente de acuerdo. Pero juro por Don Goyo que la fuente de información anónima en la que se basa esta columna existe y bebe directamente del nacedero de la información. Bueno, más que una fuente es una cisterna de información y más que beber micciona en el meollo de la noticia. Es un asunto sucio que huele mal desde hace tiempo. La cuestión es que en el Palacio de Navarra han tenido problemas con algunos de sus retretes durante años. Se cegaban periódicamente. Una empresa los desatascaba aplicando presión en las cañerías. Pero al poco tiempo volvían a obstruirse. Recientemente realizaron por fin una reparación en profundidad: levantaron baldosas, picaron suelos, siguieron la cañería principal hasta el final. Y descubrieron que el final de esa tubería era el mismo que nos espera a todos: la tierra. No estaba unida a ninguna red de desagües. Desembocaba directamente en el subsuelo. Cuando se aplicaba presión a los retretes, la porquería se filtraba y dejaba algo de espacio hasta que aquello se volvía a cegar. En su día alguien decidió que era más rentable gastarse el dinero en bonitos lavabos, brillantes inodoros y lustrosos azulejos que en funcionales desagües. Al hilo de esta información se me ocurren tres reflexiones. Primera: el sucedido es una escatológica alegoría de muchas actuaciones de los mandatarios de Diputación, que priman la apariencia sobre la funcionalidad, sin importarles que acabemos todos hundidos en la mierda. Segunda: no quiero ni pensar en cuántos problemas se solucionan en ese magno edificio sin atacar el fondo de la cuestión, a base de presionar hasta hacer desaparecer de la vista la porquería, amontonándola en el subsuelo. Tercera: ahora ya sé porque está tan florido y hermoso el jardín de Diputación. El inverosímil pamplonés Fermín Huarte leyó esta columna antes de ser enviada al periódico. Emitió un tan ocurrente como demoledor veredicto: "tus columnas son un pozo de sabiduría, concretamente, un pozo séptico de sabiduría".

Publicado en Diario de Noticias

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