miércoles, 22 de abril de 2009

Liberrima

Juan Kruz Lakasta

los anuncios de la tele se han llenado de mujeres de aspecto afable que, con sonrisa beatífica y utilizando eufemismos y metáforas visuales más o menos evidentes, hablan de sus más escatológicas intimidades para promocionar los más variopintos productos. Una confiesa -junto a la pecera donde nada un pez globo- que en ocasiones vive "situaciones embarazosas", para anunciar pastillas contra el meteorismo o, hablando en plata, la pedorrera. Otra cuenta que con Microlax viaja "tranquila", con el objetivo de vender unos enemas que por lo visto -la mujer del anuncio sonríe relajada a cámara en una habitación de hotel, mientras de fondo se escucha el ruido de la cisterna- si te los introduces en el sudeste asiático de tu anatomía -vulgo, culo- hacen que te riles por las patas abajo instantáneamente. Al ver en la tele el discurso pronunciado por nuestra primera edila tras ser elegida presidenta de su partido, me acordé de esos anuncios. En primer lugar, porque el estilismo que eligió para la ocasión -un traje de chaqueta rojo- me recordó a la protagonista del anuncio de un producto de higiene íntima femenina: "Hola, soy tu alcaldesa". En segundo lugar -y sobre todo-, porque con su habitual aire pizpireto, sin perder su característica sonrisa beatífica y tirando de eufemismos, anunció una cosa muy fea. "Como presidenta quiero seguir siendo una mujer libre. Libre para pensar, para proponer, para imaginar, para debatir". Suena divino, a anuncio de Evax, o de Coca-cola, o de Amena: quiero ser libre como el mar. ¡Viva la libertad!, ¡viva Yolanda Barcina!, ¡viva Nino Bravo! Sí señora. Estupendo todo, hasta que te paras a pensar en la manera de ser libre que ha tenido hasta la fecha nuestra primera edila, en qué se esconde tras ese eufemístico anuncio. Según el conocido aforismo, la libertad de cada uno acaba donde empieza la de los demás. La libertad de la que ha hecho gala Barcina como alcaldesa ha sido tan grande que apenas ha dejado espacio para la libertad de los demás. Tanto fuera como dentro de su partido. Imagino que al escuchar el anuncio a los miembros de UPN partidarios de Alberto Catalán les entraría la pirrilera, cual si se hubiesen aplicado uno de esos coquetos microenemas. Le comento todo esto al inverosímil pamplonés Fermín Huarte. Me dice que me relaje. Que me ve tenso. Que necesito All Bran.

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