Javier Eder
LA comparecencia parlamentaria por el uso del helicóptero que lleva estampado el número de emergencias pasó de lo esperpéntico a la astracanada cuando el consejero Corpas se quedó tan fresco después de decir que, de haberse producido una emergencia mientras él y su sufrido equipo volaban hacia la inexpugnable cumbre de San Donato, no sólo el helicóptero hubiera virado de inmediato hacia el lugar del siniestro, sino que, para suerte de las posibles personas asistidas, lo habría hecho con un médico dentro. Vamos, que la indebida o reprochable -según los distintos grupos parlamentarios- presencia del doctor Corpas en el helicóptero de emergencias pudo haber salvado vidas. Vistas así las cosas, no se explica que el consejero no sea obligado a desplazarse todos los días en helicóptero, por el bien general y por lo que pueda pasar. Por lo demás, el tono cómico de la comparecencia no estuvo mal, mientras estuvo bien. Nada más lejos de la intención del consejero -insistió enfáticamente éste- que volar para hacerse una foto promocional. Pero entonces, ¿qué hacía en el helicóptero de emergencias un fotógrafo del Gobierno? ¿O acaso el fotógrafo viajó como polizón, burlando a los escoltas? Volar con el helicóptero de emergencias era vital para la promoción de los rodajes en Navarra, persistió el compareciente. Bueno, en Navarra han rodado desde Orson Welles hasta Stephen Frears sin necesidad de que ningún superconsejero se les apareciese en carne mortal, menos en vuelo de extrema urgencia. Claro que urgencias, según el consejero de Interior, tampoco hay tantas y, mientras, volar es libre para todo miembro del Gobierno. Sería por eso que la señora Carmona, de UPN, con esa costumbre tan de UPN que consiste en hacer suyo todo lo que en Navarra es público, pasó a hablar de los "helicópteros del Gobierno". Dicho lo cual, el consejero Corpas se limpió las responsabilidades políticas en el felpudo de su sufrido equipo y salió por la tangente, si no volando, hasta la próxima.
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