Acabado el verano, metidos de lleno en la dura realidad que nos asola, con una crisis económica que algunos gobernantes se atreven a decir que está en sus últimos coletazos, nos topamos de frente y casi sin poder evitarlo con una imagen que, como poco, nos hace reflexionar. Hablamos del posado del presidente del Gobierno vasco, el Sr. Patxi López, en la revista «Vanity Fair».
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y que la capacidad que tiene de comunicar en política una simple imagen supera a la de los discursos. Si esto es cierto, la imagen que nos ha dejado para la posteridad el Sr. López, refleja una realidad, la de su Gobierno.
La mayoría de los dirigentes políticos cometen el mismo error, o al menos tienden a seguir la misma conducta. Cuando llaman a sus puertas este tipo de publicaciones femeninas, deportivas, musicales, de ropa, de moda o alternativas, no dudan en «morder» la manzana y aparecer en ellas como reclamo de popularidad o simplemente para mostrar su lado más «humano». Patxi López no ha sido el primero y estoy seguro que tampoco será el último en caer en la trampa (véase Gallardón, Esperanza Aguirre, Zapatero, sus ministras, Rosa Díez o Soraya Sáenz de Santamaría).
Cierto es que, tal y como se ha mencionado, este tipo de publicaciones tiene un claro objetivo: mostrar el lado más humano del político. Acercarse a la ciudadanía y mostrar qué hay detrás de la personalidad política del dirigente. El problema de esto es que muchas veces se comete el error de caer en lo banal y mundano, en lo frívolo e inadecuado, en vez de mostrar un lado más amable y terrenal del político. Antes de realizar una aparición de este tipo es necesario analizar las posibles consecuencias. No hacerlo denota una grave irresponsabilidad y una clara falta de criterio. Un ejemplo más del Gobierno del Sr. López.
Los políticos de hoy en día, desde que se convierten en personajes públicos, se crean un «personaje» modelado al gusto del consumidor, o al menos eso intentan. Un personaje que muchas veces, como la actual, se postula como una equivocada forma de «representar».
Es tal la importancia que tiene una imagen, que bien podríamos decir que se convierte en la noticia, en el mensaje. De hecho, remitiéndonos al ejemplo citado (el posado de Patxi López), nadie ha comentado ninguna de sus frases de la entrevista. Tan sólo se comenta el calado y la intencionalidad de la misma.
Se cumplen 100 días de gobierno socialista en Euskadi, y aquellas palabras que dijo el Sr. López al estrenar el cargo, makila en mano, «aquí cabemos todos», «éste es un Gobierno plural», chocan frontalmente con esta publicación, al elegir un medio («Vanity Fair»), que ha colocado en portada a la duquesa de Alba con una frase demoledora para las aspiraciones de Patxi López en Euskadi: «Viva España». El hecho de figurar en una revista donde aparece en portada la duquesa de Alba, viene a recordarnos el eje central de la «España aristócrata», y el reflejo de una España liderada y gobernada todavía por «cuatro terratenientes». Sin duda, la imagen pugna en protagonismo con el mensaje, ya que esta vez el mensaje habla por si sólo: «Viva España». La pregunta es: ¿Sabían los asesores del Sr. López cuál iba a ser la portada de la revista y la frase principal? De saberlo, denota muy poca visión política, y de no saberlo, podemos catalogarlo de un grave error, que sin duda pasará factura al presidente.
Sentado en un sillón de terciopelo verde turquesa, rodeado del lujo y la ostentación, acompañado de una chimenea ausente de vida y sobre una alfombra que no deja ver su final, el presidente del Gobierno vasco nos vende una imagen «cotidiana» de su vida actual. Relajado, esparcido sobre el sillón y con la música sonando en su cabeza, aparece despreocupado, con la mirada perdida en el horizonte, soñando o disfrutando de su tiempo libre con uno de sus hobbys, la música. Un recurso, el de la música, demasiado explotado por el dirigente a lo largo de sus entrevistas. Melómano por definición, ya empiezan a ser demasiadas las referencias a la música en su vida.
¿Qué refleja esta imagen del Sr. López? Desde un punto de vista analítico, la imagen nos dice mucho. En primer lugar, el hecho de estar relajado, casi de forma horizontal, con su iPod de ultima generación, nos lleva a pensar que el presidente de Euskadi goza de mucho tiempo libre, y precisamente con la crisis económica que existe en Euskadi (convirtiéndose en la crisis más importante de la historia), y la difícil situación de su Gobierno, en minoría, no es la pose mas acertada. En segundo lugar, esa mirada perdida es el fiel reflejo de su Gobierno. Un Gobierno basado en la improvisación y la inexperiencia, falto de ideas, como buscando en el «cielo» la inspiración divina, basado y centrado únicamente en una «política de gestos» y una «españolización progresiva» de Euskadi. Un Gobierno que parece, como López en la instantánea, perdido en un mar de dudas e incertidumbres. Desde luego, si la intencionalidad de esta entrevista era acercarse al electorado y mostrar su lado más humano, el resultado no ha sido el deseado, ya que más que buscar «adeptos», posiblemente ha dejado al descubierto sus debilidades.
Con la estrategia de llegar a un electorado más despolitizado, ha utilizado uno de sus hobbys, la música, para atraer su atención. Cierto es que puede ser una estrategia comunicativa acertada, pero el Sr. López comete dos errores de gran calado. El primero de ellos es la repetición hasta la saciedad de su gusto por la música, cosa que puede llegar a desgastar a aquellos melómanos como él, e incluso alejarlos. El segundo de los errores cometidos por el dirigente socialista es la elección de la revista. Entre los lectores de la revista no se encuentran posibles electores del Sr. López. Sin olvidar que el hecho de la pose y la actitud, más propia de un actor o un famoso de la prensa rosa, no se postula como la más acertada.
Sin duda, la imagen no refleja aquello que la ciudadanía espera de su máximo dirigente político, una imagen de preocupación, trabajo y responsabilidad, sino todo lo contrario, una actitud de pasotismo y dejadez. No parece por tanto, por enésima vez, que el Sr. López y su Gobierno hayan acertado con su «política de gestos».
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