Según ha trascendido en algunos medios, y con especial interés en «El País», parece ser que Aralar se está replanteando su presencia y participación en Nafarroa Bai. Llama poderosamente la atención que esta intención se conozca a las puertas de su Congreso nacional que se celebra este fin de semana en Iruñea, no antes, y después de que una prestigiosa revista francesa publicara que el PSOE se habría intentado infiltrar en la fuerza política que le arrebató la segunda posición en las elecciones de 2007 en la Comunidad Foral para desestabilizarla. Bien es cierto que después Txentxo Jiménez ha desarrollado toda una trama vinculada a la concejala díscola de Zizur Mayor, Arantxa Arenzana, y su pareja, y ha apuntado hacia UPN. Pero no debemos olvidar el origen de la noticia y de la denuncia, que apuntaba directamente a Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior del PSOE.
A mí, personalmente me ofrece más crédito la primera versión. Es larga y dilatada la experiencia de Alfredo Pérez Rubalcaba en estrategias de división entre abertzales. No hay que olvidar que este verano Rubalcaba se ha reunido con numerosos dirigentes políticos, también los abertzales, y posiblemente entre ellos Aralar, y entre otras cosas les habría comunicado su determinación absoluta, superada la prueba de fuego de Estrasburgo, de cerrar todas las vías institucionales a Batasuna. Quizá no sea tan casual la intervención extemporánea de Txentxo Jiménez reorientando las sospechas y las pesquisas de infiltración en NaBai sobre una pobre concejal de pueblo y haya algo de cierto al atribuir la desestabilización de NaBai a Rubalcaba, pero no a través de la Arenzana, sino de la propia Aralar y Txentxo Jiménez. Qué más quisiera un PSOE ideológicamente vendido a la derecha más rancia del Estado, con dificultades de crédito en el espectro progresista, y una Yolanda Barcina que afronta unas elecciones con el lastre de su ruptura con el PP que la dinamitación de Nafarroa Bai y una izquierda abertzale total y absolutamente ausente de las instituciones navarras. Qué más quisiera Rubalcaba que la colaboración de Txentxo Jiménez con el apoyo del ego de Patxi Zabaleta para frustrar, una vez más, las ansias de cambio político de este pueblo. Sabemos lo que dice Aralar. Lo que no sabemos es lo que Rubalcaba ha prometido, a cambio, a Aralar.
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