ue el consejero Corpas ande repicando para que la prensa acuda al galope a hacerle fotos junto a un tal Olivier van der Zee -cineasta que quizá se convierta con el tiempo en el nuevo Johan van der Keuken del documentalismo holandés, aunque de su talento hay por ahora escasas muestras- sorprende tan poco como encontrarlo en la procesión de la Virgen de Roncesvalles, que es adonde devotamente había acudido el consejero cuando descubrió al equipo de rodaje y los figurantes de la película hubieron de ponerse a figurar. Pasolini y Welles, en la película de 1963 en la que trabajaron juntos, se ríen mucho de esas situaciones en las que autoridades y prensa caen en un rodaje y los figurantes han de ponerse a figurar. Pero a lo que íbamos: al día siguiente de la devota comparecencia del consejero gubernamental en la procesión de la Virgen de Roncesvalles -con su súbito y acelerado bandeo para la prensa- se verificó en Cáseda, dentro del incomparable marco del Día de las Santas Reliquias, la inauguración de la segunda fase del alumbrado público, a la que no faltaron, para mayor lustre del acto, todo un plantel de primeras, segundas y terceras autoridades o espadas del Reyno . Las informaciones con que contamos no elucidan si las dieciocho nuevas farolas recibieron el hisopazo del párroco de la localidad, como es aún tan usual por estos pagos -no por los de los cineastas holandeses-, ni si alguna de las varias autoridades concurrentes se prosternó ante las santas reliquias. De prosternarse ante el santo patrón, para gozo de la cristianísima afición, vienen los jugadores del Osasuna, igual que viene Barcina de hincar la rodilla ante San Fermín o va Sanz hacia las consabidas genuflexiones del Día de Navarra en Javier. Luego ya será por abril cuando el capellán del santuario de Aralar se presente en el Parlamento con la imagen del ángel para que sus señorías, a derecha e izquierda, figuren tan devotamente en la foto como manda la Tradición, ella misma tan vieja y tan devota. |
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