viernes, 25 de septiembre de 2009

Apisonadora municipal


Txutxin Armengol

L
AS fiestas de San Fermín de Aldapa se celebran desde 1943, ininterrumpidamente desde 1973, hace ya treinta y seis años, y siempre han estado organizadas por vecinos, comerciantes, peñas y asociaciones del barrio. Nombres como Enrique Castejón, Aristu, Alfaro, Preciados, Larreta, Pío Jiménez, Eulogio Equísoain, Bene Ecay? dicen mucho más a los habitantes del Burgo de la Navarrería que todos los alcaldes y alcaldesa que Pamplona ha tenido.

Hace treinta y seis años se celebró el primerencierro infantil con toricos de carretilla, y desde entonces se viene celebrando año tras año. El barrio tiene su propia ganadería Trikimako , y en los últimos años se ha creado una escuela de toricos donde los chavales van aprendiendo a llevarlos, algo que realizan con verdadera ilusión, pues supone para ellos y ellas ser auténticos protagonistas de su fiesta. Si es una actividad más que asentada en el programa popular y se realiza multitudinariamente todos los días de fiestas desde hace treinta y seis años, ¿a qué viene que el Ayuntamiento programe otro encierro infantil, media hora antes, en la calle de al lado, teniendo que contratar una empresa para ello? ¿Es ésa una forma correcta de gastar el dinero público?

El toro de fuego o zezensuzko es otro de los clásicos en el programa popular de San Fermín Txikito. Cada noche, a las diez, la calle Aldapa acoge a centenares de familias que huyen de las chispas que arroja tan fiero animal. ¿Cuál es la razón que lleva al Ayuntamiento a programar este año, en los mismos días, media hora antes y en la calle de al lado, otro toro de fuego exactamente igual al de la comisión de Fiestas? ¿No podían emplear ese dinero en otra actividad que, realmente, ampliase el programa festivo en lugar de suplantarlo?

Desde 1976, y también ininterrumpidamente, la comisión de Fiestas organiza una misa y procesión de San Fermín de Aldapa a pesar de que por ella, a lo largo de estos treinta y tres años, han pasado personas creyentes, agnósticas e incluso ateas, respetando esta tradición. La misa no la celebra el arzobispo, sino los padres Corazonistas, que son del barrio, y la procesión surgió de los vecinos que por aquel entonces conformaban la comisión de Fiestas, no por decisión de ninguna autoridad eclesiástica ni civil. ¿A qué viene que el Ayuntamiento se apropie de la misa y la procesión en el programa de actividades que ha publicado? ¿Acaso las organizan ellos? Si ni siquiera se ha visto por las mismas a un solo concejal en los últimos veinticinco años, excepción hecha de Maribel Beriáin (vecina del barrio) a finales de los ochenta, y una meteórica aparición de Yolanda Barcina en la misa de hace diez años con salida precipitada apenas terminado el oficio. ¿O es que pretenden suplantar a la Corporación txiki, elegida entre los niños del barrio y que presiden todos los actos de las fiestas, misa y procesión incluidas, si libremente deciden acudir a ellas?

El Ayuntamiento ¿o debería decir UPN, partido que estando en minoría ostenta la totalidad del poder municipal? prohíbe a la comisión de Fiestas instalar una carpa en la que se debían realizar unos cuantos actos del programa dado que "no es necesaria su instalación porque es el Ayuntamiento quien organiza las fiestas". Esta frase, además de confundir sus deseos con la realidad, desenmascara el verdadero interés de nuestros gobernantes en este conflicto festivo que sólo ellos han creado: apartar a la comisión de Fiestas del Casco Viejo de las fiestas de San Fermín Txikito. Acabar con dicha comisión y usurpar unas fiestas populares para beneficio propio. Más claro, agua. Humildemente, pediría a alcaldesa y concejales que salgan de su burbuja, que abran la ventana y vean la realidad, que acepten el estrepitoso fracaso de los actos que el Ayuntamiento programó el año pasado, y el éxito de público y participación que se vivió el sábado del mismo año en las actividades programadas por la comisión del barrio. Porque la fiesta no es algo que se pueda conseguir desde un despacho, por mucho dinero que se tenga, y los vecinos del Casco Viejo lo sabemos tan bien como los de los demás barrios. Podrán programar grandes espectáculos ¿por qué no lo hacen en lugar de repetir los que ya están organizados?, pero unas fiestas participativas sólo se pueden hacer desde el mismo barrio, desde la calle, aunque quizá es eso precisamente lo que les molesta.

También prohíben todas las actividades programadas por la comisión en la plaza de Navarrería, aduciendo que el pavimento provisional con el que se está recubriendo no soportaría el peso de instalaciones permanentes como un escenario. Sin embargo, sí está soportando los camiones y maquinaria de varias toneladas que a diario trabajan en el lugar. Y si esto fuera una verdadera razón y no una simple excusa, ¿explica ello la prohibición de realizar en la plaza la chocolatada infantil? ¿Cuántos kilos de chocolate hacen falta para que ceda el terreno? ¿Deberán venir los niños sin sus progenitores para evitar el sobrepeso? ¿Por qué el pavimento no soporta el festival de jotas programado por la comisión del barrio y ha de trasladarse a otro lugar, y el Ayuntamiento programa otro festival de jotas exactamente en el mismo lugar y a la misma hora, y éste sí puede celebrarse? No espero respuesta a estas preguntas, realmente no sé si ya espero algo de nuestros gobernantes, más allá de que, al menos, jueguen limpio.

En 1941, Emilio Aristu y Enrique Castejón iniciaron las primeras fiestas de San Fermín de Aldapa de las que se tiene conocimiento. A dos años del fin de la Guerra Civil, en pleno apogeo de la dictadura franquista, hubieron de pedir permiso al gobernador militar, y éste sólo permitió el baile y los txistus. Como llovió, la orquesta acabó tocando en un balcón de la plaza de Navarrería. Tras más de treinta años de democracia, ¿volveremos este año a la misma situación? ¿Permitirá UPN tocar el txistu el próximo año? Felices fiestas a todo el barrio y a quienes nos visitan.

Publicado en Diario de Noticias

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