Al parecer Grande-Marlaska no es partidario del mus. Probablemente... no sé, le guste más jugar al hijoputa, al mentiroso, al tute cabrón, a la escoba o al siete y medio. O quizás los diferentes juegos de naipes le resulten, de suyo, no ya aburridos sino una peligrosa actividad que reúne en torno suya a individuos tribales proclives al delito. Juego y delito se le aparecen como un binomio que se retroalimenta y eso que las cartas que utilizamos en esta tierra pertenecen a la llamada baraja española de cuarenta cartas, con sus reyes y todo.
Detrás de cada envido, sea a grande o a pequeña, Fernando intuye «un menosprecio y humillación a las víctimas y sus familias»; tener pares supone «enaltecimiento y justificación pública del terrorismo»; si, además, alguien lleva juego y va de mano, eso ya es «un acto de homenaje y exaltación al currículo delictivo de los presos».
Empezaron con el kiliki negro de Berriozar, «una burla para las víctimas» (mira que están resultando susceptibles las víctimas) y ahora temo que prohíban los zaldikos de Iruña y los cuatro gigantes de Gasteiz que representan a Heraclio Fournier.
Jugar al fútbol tampoco. Claro que el partido propuesto era de fútbol 7 (como los herrialdes, eh listillos) y en Hernani, que también son ganas de provocar. En este mismo momento la Ertzaintza está persiguiendo a peligrosos jugadores y amenazantes balones por las calles con el fin de traer la paz a esta villa tan maltratada por el terrorismo internacional. Otra cosa, mucho más democrática, apolítica y bonita, hubiera sido convocar un partido de balompié de once contra once en Lizartza, vecinos contra concejales y la simpática Regina Otaola de portera.
¿Y la comida popular también prohibida? Sí. En vez de una paella o una tortilla española, los violentos, tal es su maldad intrínseca, creo que tenían previsto un marmitako. ¿Sangría? No, sidra y txakolís secesionistas para semejante akelarre. Alguno incluso, llega a decir que, subrepticia y subverticiamente, en el momento central del ágape dos encapuchados iban a desplegar un bakalao al pil-pil. Un auténtico escarnio para con las víctimas.
Naipes, kilikis, balones, marmitakos y fotos, las nuevas armas de los subversivos. Es de temer que inunden una multitud de zulos desde el Ebro hasta el Adur. La tarea de los Cuerpos de Seguridad del Estado es mucha; el esfuerzo de los jueces de la Audiencia Nacional se ha tornado titánico. A Rubalcaba, López y a Basagoiti les esperan una multitud de sinsabores. Quién sabe si, con la ayuda del Santísimo, lograran su cometido.
Ilegalizadas organizaciones; cerrados diarios, revistas y radios; clausurados lugares de reunión; prohibidas las manifestaciones y negada la libertad de expresión. Viene a molestarnos durante las fiestas, irrumpiendo armados en txosnas y bares.
No nos dejan ni comer, no permiten que nos acordemos de familiares y amigos, ni por supuesto pedir su acercamiento, nos es prohibido jugar al fútbol y nos niegan, no ya el pan y la sal, sino hasta el mus.
A vosotros no sé, pero a mí me está pareciendo que éstos tíos lo que realmente quieren es jugar con nosotros al teto.
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