miércoles, 20 de mayo de 2009

Regionalistas pata negra


Juan Kruz Lakasta

circula por Internet la impagable fotografía aparecida ayer en la prensa foral: Sanz, Corpas, Barcina y Sanzberro arremolinados en torno a un puesto de jamón ibérico. El recomendable blog Langostinos y lentejas remarca en torno a esa imagen un detalle turbador: el congreso gastronómico que estos días se celebra en Baluarte se llama Navarra Gourmet, vive las verduras . Su objetivo último es promocionar los productos de la huerta navarra. A no ser que los jamones provengan de cerdos ibéricos alimentados a base de pimientos del piquillo, alcachofas de Tudela y espárragos de Navarra, no parece que la actuación de los mandatarios regionalistas case muy bien con el espíritu del evento. Me recuerda un sucedido acaecido en la Bodeguica San Martín hace más de diez años. Fuimos a cenar con la cuadrilla. El camarero nos cantó el menú, consistente en huevos fritos con patatas y lomo, jamón, txistorra o ajoarriero. Un amigo vegetariano le preguntó a ver si tenían ensalada. "Tenemos caracoles, que se alimentan de lechuga", respondió inmutable, sin dejar claro si lo decía en broma o en serio. Pamplona era así. El regionalismo navarro es así. Volviendo a la imagen, también casa con dificultad, incluso cohabitaría en concubinato difícilmente, con la imagen de austeridad que se supone deben ofrecer los gobernantes en tiempos de crisis. Me voy a poner un poco demagógico: mientras los trabajadores de Logex están en huelga de hambre en defensa de sus puestos de trabajo, Sanz aparece en los papeles comiendo jamón ibérico a dos carrillos -los otros tres están a punto de hacerlo, pero todavía no han comenzado-. Le comento la jugada al inverosímil pamplonés Fermín Huarte y me dice que se me escapa un detalle importante: la imagen refleja la habilidad de Sanz para conectar con la idiosincrasia del navarro medio. El navarro medio se arremolina ansioso ante cualquier puesto que le ofrezca la posibilidad de comer gratis y, tirando de codos, se hace con un trozo de jamón, de relleno o de lo que toque, a la velocidad del rayo, por lo que nada más ver la imagen se habrá sentido identificado con el prejubilado presidente foral. Al hilo de todo esto, Fermín me cuenta algo que yo catalogaría de leyenda urbana pero que él afirma es "más cierto que el evangelio": todos los años mueren numerosos navarros en bufés libres de hoteles de todo el mundo, tras haber comido literalmente hasta reventar, incapaces de dejar de ingerir comida gratis. El hecho no trasciende a los medios porque el influyente sector turístico navarro lo impide para que no perjudique el negocio. Fermín tendrá razón, como siempre, pero dudo mucho de que el navarro medio frecuente bufés libres de jamón ibérico.

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