Leo en un titular de prensa que «policías municipales de Iruñea y policías forales navarros reparten camisetas que incitan a la violencia». Así lo denunciaban indignados, ayer, algunos de los pacíficos y pacificadores concejales de NaBai.
Perplejo ante tamaña atrocidad, adentrándome en la noticia, descubro que las pérfidas y antidemocráticas camisetas llevan una serie de iconos o, como se dice ahora, logotipos: uno es un policía realizando y realizándose en su función social, es decir, blandiendo la porra, uno de sus instrumentos de trabajo, en plena acción. El otro es un boxer, (un perro, no un calzoncillo, lo digo por lo de la camiseta), con casco y visera, en actitud agresiva.
Me quedo más tranquilo y, como no me considero excesivamente mala persona, quiero tranquilizar a los compañeros y compañeras de NaBai, inclusive a los de Batzarre.
La palabra icono, queridos, deriva del griego eikon: imagen. Y, al decir del principal representante de la lógica semiótica, -teoría general de los signos-, Ch. Sanders Peirce, un icono resulta ser un signo que posee la capacidad de representar algo mediante alguna semejanza en cualesquiera de los aspectos de ese algo. Una metáfora y una metonimia, como muy bien han entendido los miembros de las dos similares policías a pesar del diferente color de sus uniformes.
Qué mejor representación de un policía, en este caso la parte por el todo, que la porra en acción. ¿Acaso no han sido denominados durante siglos ministros de la porra los ministros de Interior (eufemismo abstruso donde los haya)? ¿Interior, de dónde? ¿No resulta mucho más clarificador de la porra?
En la comunidad autónoma de al lado, esa que nos quiere anexionar, antaño prometieron las buenas gentes del PNV que la principal función de la policía autóctona sería ayudar a las ancianitas a cruzar la calle. No pasó una semana cuando maestros y tostartekos comprobaron la realidad del icono de la porra. Brazos rotos y cabezas abiertas al intentar cruzar las calles cercanas a Lakua.
El otro icono es el de un perro con casco «antidisturbios». La elección de la imagen les representa como ninguna otra. Franqueza que les honra y, a pesar de ser muchos de ellos fruto de un fracaso escolar, muestra una clara conciencia acerca de la función social que desarrollan. El perro defiende al amo, nunca muerde su mano y cuida el rebaño.
Las clarificadoras camisetas policiales no sólo sirven para aumentar el orgullo del marcial cuerpo que las porta; sirven, además, para intercambiarlas con las otras diferentes pero iguales policías que pueblan de norte a sur la piel de toro. La colección será extensísima, como extensísimos son los diferentes cuerpos de represión y defensa del Estado que la democrática España posee.
Por eso, indignados concejales de NaBai, creo que erráis el juicio criticando las camisetas de afirmación policial, pues muestran una esencia sin aditivos ni accidentes, es decir, su verdadero ser en el sentido aristotélico.
Os empeñáis en vestir al mono de seda. Es inútil, seguirá siendo mono.
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