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Resueltas las elecciones, la promesa se fue matizando. Lo de todos los contribuyentes se redujo a los que pagaban impuestos directos, reducidos a su vez a la renta, ya que los gobiernos del Estado y de Navarra han suprimido el impuesto sobre el patrimonio para mayor beneficio de los que más tienen. Una medida muy reflexionada por el ex ministro de Economía y ex comisario europeo para Asuntos Económicos que, como otras, se inscribe en la política fiscal compartida por socialistas y conservadores aquí y en Bruselas donde validaba, lo mismo que ahora el comisario Almunia, un modelo financiero sin el control de los estados que ha desencadenado la mayor crisis de Europa desde 1945. Al señor Solbes, uno de los responsables del recorte de la capacidad de gestión de los gobiernos, lo aparcaron en la última macro remodelación ministerial. Había que cambiar la imagen de cara a la primavera para poder hablar de los brotes verdes, de los indicios de luz y de la posible salida del túnel.
La fiscalidad es un tema árido del que se desconocen aspectos como la composición de los impuestos o el diferente peso fiscal soportado. No sólo pagan impuestos quienes tienen retención de IRPF. Todos contribuimos a la Hacienda pública con nuestros impuestos directos, y especialmente con los indirectos, que antes de suprimir el impuesto sobre el patrimonio ya superaban el 55% del total de impuestos pagados. Impuestos indirectos como el IVA gravan a todos por igual y se pagan a diario a través del consumo decidido de ropa, bienes, actividades o del consumo obligatorio como la luz, agua, teléfonos, gas, seguros, etcétera. Todos somos contribuyentes de facto y soportamos las cargas impositivas de este sistema fiscal cada vez más injusto. Una medida de beneficio real sería la bajada selectiva de ese 16% del IVA de la factura de la luz o del gas y otros servicios básicos que pagamos las familias, especialmente ahora que tenemos familias recortando necesidades tan básicas como la alimentación. Sería mucho más social y más justo que los regalos indiscriminados al mercado de consumo con planes renove de coches, electrodomésticos y reformas que benefician a los ciudadanos con mayor capacidad económica.
En Navarra, cuyos gobernantes son pioneros mediáticos de casi todo, se decidió estirar el pago de los 400 euros de ZP hasta los 440 euros por la vía de un acuerdo entre UPN y PSN. Trucha a la navarra, plato típico de nuestro Reyno de Burgos que, ya se sabe, es muy singular con gentes muy diferentes y espacios impresionantes como las Bardenas. Las Reales son un ejemplo de singularidad. Allí llevan renovando acuerdos desde la dictadura franquista para mantener un campo de tiro y bombardeo para el Ejército español y de la OTAN que comparte el espacio protegido con aves, ovejas y otros animalitos del parque Senda Viva. De vez en cuando se cae un avión militar o se extravía alguna bomba junto a las poblaciones congozantes, pero no hay congoja ni en ese paisaje lunar ni en el resto de la Comunidad Foral. El secreto de esa aparente paz en suspenso es que aquí todo se paz ta por y para la gobernabilidaz . De esto saben un montón UPN y PSN y también el PP y PSOE. Los demás se nos toma por perdiz es.
El pago de los 400 euros entró en la trucha de la gobernabilidaz . El PSN se marcó un tanto más presentándola a bombo y platillo en junio de 2008 con un año de antelación a su aplicación. Anunciaron que se beneficiarían unos 357.000 contribuyentes de la Hacienda Foral que recibirían, de forma descendiente a su renta, desde 440 euros a 1 euro. Así, las rentas entre 11.200 y 14.680 euros brutos recibirían entre 440 y 400 euros. Las rentas entre 14.680 y 30.000 euros recibirían entre 400 y 220 euros, entre 30.000 y 40.000 recibirían entre 220 y 100 euros, y las rentas entre 40.000 a 48.700 entre 100 a 1 euro. PSN calificó esta descomposición como un proceso riguroso para que la medida fuera positiva, útil y constructiva para los ciudadanos. Hacienda ha cifrado en 470.000 el número de contribuyentes de los que espera recibir 332.000 declaraciones. Con estas cifras se han quedado sin trucha ni jamón decenas de miles de contribuyentes que no tienen obligación de declarar, a los que hay que sumar un número indefinido de declarantes que, no teniendo retenciones de IRPF, no han recibido ni un solo trocito. Demasiado rigor.
Se entiende las cartas de protesta de contribuyentes que han presentado su declaración y, por diferentes galimatías, se han quedado sin trucha y con la espina clavada. Lo que sigue a continuación es una más de las variopintas situaciones y sus efectos perversos.
El contribuyente P , jubilado, vivienda pagada, declara unos ingresos de 11.000 euros y un patrimonio económico que ronda los 150.000 euros. Con la misma situación familiar y económica del año anterior pasa de pagar 620 euros a la Hacienda Foral a que este año le devuelven 637 euros donde están incluidos los 440 euros. Uno de sus familiares, el contribuyente Z , en paro, declara su subsidio del Inem de 4.962 euros, una renta exenta por hijo a cargo de la Seguridad Social de 4.018 euros y el pago de la hipoteca de su vivienda de 3.610 euros. Hacienda le devuelve 0,01 euro. La explicación en Hacienda es que no tiene retenciones y no le pueden devolver nada. Una chapuza, le comentan.
Con buen humor se puede dar una explicación más primaveral como la ministra Salgado, diciendo que al contribuyente P le salieron flores en la declaración y al contribuyente Z le arrearon pedriscos. Siendo contraria a los mini cheques y regalos al consumo, entiendo que se debe corregir esta nueva discriminación negativa y, si no se hace, mi sugerencia es que se incorpore una nueva casilla de fines sociales para que, al menos estos contribuyentes excluidos puedan recibir alguna X solidaria.
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